Marca personal, experiencia y desempeño: ¿30 años, o 30 repeticiones?
A propósito de la marca personal: el verdadero significado de la experiencia y su relación con el desempeño

Hablar de marca personal es casi ya un lugar común en los ámbitos y medios profesionales dedicados al desarrollo personal, organizacional, mercadotécnico, socioeconómico y político; procesos todos en los que las personas somos protagonistas obligadas e ineludibles. Desde que el célebre Tom Peters trajo al ruedo ese concepto a fines de los 90, numerosos autores y entidades lo han ido desarrollando, contextualizando y aplicando a disímiles realidades locales, regionales y nacionales, aportando productos y obteniendo resultados de diferente valía; pero la mayor parte, bien enfocados al logro de nuevos desarrollos, hacia el conocimiento, reconocimiento, posicionamiento, notoriedad, competitividad y autosustentabilidad de las personas en la nueva sociedad del conocimiento, la cada vez más globalizada economía y el superdinámico mercado actual.
En Iberoamérica, por ejemplo, destaca ampliamente entre los practicantes de avanzada una empresa referente: la española Soy Mi Marca, a la cual se asocian y aportan, en fecundas alianzas, múltiples expertos del tema, entre ellos los más relevantes. No mencionaré individualidades por no correr el riesgo de olvidar algún nombre clave; pero es un hecho que alrededor del mencionado espacio conceptual, metodológico y práctico han estado y participado, de una u otra forma, los más importantes profesionales del branding personal del ámbito hispanoamericano.
Por mi parte, he tratado y desarrollado este tema en diversos artículos ya publicados, otros en proceso y tres manuales de próxima aparición; todos fruto de investigaciones e intervenciones diversas a lo largo de varios años. Los artículos más recientes, agrupados en este Compendio cortesía del prestigioso portal Puro Marketing, en el que aparecen algunas de mis propuestas generales al respecto (conceptuales, diagnósticas y metodológicas). Por tanto, me limitaré a ofrecer y comentar una definición básica y avanzaré para relacionarla con los otros dos temas clave de este post.
Marca personal es, a mi juicio, una conjunción sistémica y dinámica, expresada en la praxis vivencial, entre:
lo que somos como personas en todas las facetas (desde nuestros orígenes hasta la actualidad);
lo que hacemos en el día a día (a nivel estudiantil, laboral, profesional, familiar, comunitario, social…);
lo que logramos como resultados en cada una de nuestras diversas esferas de actividad;
y como colofón, el impacto de todo ello sobre nuestro entorno, o más bien, sobre todos los entornos en que actuamos y con los que nos relacionamos de una u otra forma.
Aplicando a este tema el popular y reconocido enfoque de gestión del servicio conocido como los momentos de la verdad, del célebre Jan Carlzon, podríamos definir brevemente la marca personal del siguiente modo:

En estas definiciones se evidencian y/o subyacen diferentes aspectos clave de una marca personal, entre ellos:
- Nuestra personalidad como constructo diverso y complejo, con todos sus elementos componentes y el vinculo sistémico entre ellos
- Nuestra inserción e integración con el entorno
- Nuestras diversas conductas
- Nuestra calidad relacional
- Nuestro nivel y enfoque motivacional
- Nuestra calidad comunicacional
- Nuestra efectividad laboral
- Nuestro nivel de logro e impacto
- Nuestro manejo del logro y del impacto
Un excelente resumen conceptual ha sido propuesto por los colegas y amigos de Soy Mi Marca en este breve, logrado e impactante video, en el cual aparecen propuestas de muchos referentes mundiales del tema:
Con estos elementos claros, podemos avanzar hacia la experiencia, el desempeño, y sus vínculos con la marca personal, retomando y actualizando propuestas anteriores de este servidor, e incorporando nuevos elementos.
Experiencia y desempeño

En el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, versión digital (disponible en http://lema.rae.es/drae/?val=EXPERIENCIA, consultado en 17–02–2016), aparecen varias acepciones de la palabra experiencia (del latín experientia). Se proponen definiciones como “hecho de haber sentido, conocido o presenciado alguien algo”, y “circunstancia o acontecimiento vivido por una persona”, ambas de corto alcance temporal y limitadas a momentos y contextos puntuales. Las dos restantes, que a mi juicio resultan más válidas en función del tema que hoy me ocupa (y por ende, las analizo a continuación), son las siguientes:
- Práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo.
- Conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas.
Las negritas anteriores y en lo adelante son mías, y con ellas destaco lo que me resulta esencial en cada definición, o lo que propongo para analizarla y contextualizarla. Veamos.
Sobre la primera:
- Práctica (o sea, hacer ciertas cosas), prolongada (es decir, por largo tiempo), que proporciona conocimiento o habilidad (o sea, que haciendo tales cosas por largo tiempo se aprende a hacerlo bien y se consolida ese conocimiento, transformándolo en habilidad; o lo que es lo mismo, se adquiere competencia profesional en el tema).
Sobre la segunda:
- Conocimiento de la vida (o sea, saber lo que funciona y cómo funciona, sus causas y efectos, entre otras cosas, en la vida o determinadas esferas de ella), adquirido por las circunstancias o situaciones vividas (es decir, incorporado al acervo experiencial de cada quien a través de hechos de la historia individual o colectiva y sus efectos, que han dejado ciertas huellas en el ser individual o social; huellas que representan aprendizajes, que una vez procesados, consolidados y transformados en conocimiento, permiten analizar, diagnosticar y evaluar situaciones similares o parecidas en el futuro, pronosticar sus posibles cursos evolutivos y asumir las posiciones más convenientes o pertinentes, según proceda).
Si integramos y seguimos el sentido de ambas acepciones, tener experiencia significa mucho más que un periodo de tiempo transcurrido en alguna posición o circunstancia.
Implica, entre otras muchas cosas, haber aprendido, haber aportado, haber crecido y haber aplicado todo ello a un determinado contexto; y a partir del conocimiento, habilidad o competencia, y/o de la profundidad y amplitud del acervo experiencial antes mencionado, asumir posiciones reflexivas, analíticas, críticas, activas y de toma de posición, puesto que no vale de nada tener la experiencia para no utilizarla en beneficio propio y colectivo, sea en la actividad laboral-profesional o en la vida en general.
Y en lo laboral-profesional, lo refiero al ejercicio de determinadas posiciones y funciones. O sea, a un determinado tipo, tiempo, nivel y calidad de desempeño. Todo lo cual está directa e indisolublemente ligado a la ya comentada marca personal (de la que constituye insumo clave) y se homologa en alto grado al desempeño laboral, como lo veremos a continuación.
Hace unos quince años, como parte de la producción derivada de varias investigaciones e intervenciones, propuse que “el desempeño laboral es toda actividad asociada a su trabajo que una persona ejecuta en su puesto de labor y fuera de él, y que de una u otra forma incide sobre sus resultados y sobre los del grupo laboral y la organización a la que pertenece”, definición que he ido enriqueciendo y ampliando posteriormente.
Bajo este amplio prisma, serían parte del desempeño, principalmente:
- Las actividades propiamente incluidas en el “contenido de trabajo”.
- Las actividades que contribuyen a una ejecución superior del “contenido de trabajo”, a través de la elevación del nivel de preparación del ejecutor (formación, entrenamiento, superación, etc.).
- Las actividades de la esfera relacional y/o de interacción humana que se desarrollan en el trabajo (comunicación, gestión de conflictos, celebraciones, relaciones humanas de diversa índole, etc.).
- Las actividades desarrolladas en el ámbito de organizaciones sindicales y profesionales, entre otras.
- La aplicación de diferentes variables de comportamiento (esencialmente, saber, saber hacer, saber ser, querer hacer, poder hacer) a los procesos asociados al contenido de trabajo -o sea, al desempeño- y la obtención de resultados.
NOTA: Otros detalles, ampliaciones y profundizaciones relativas al tema del desempeño laboral puedes consultarlas posteriormente en este artículo, y también en este otro (ambos son parte de una serie temática sobre Comportamiento y Funcionamiento Organizacional en el Cambio de Época que publico desde 2015 en La Nueva Ruta del Empleo); y también en mi reciente texto ¿Empleo o negocio? Ambos “marcan” tu marca personal, donde lo desarrollo más puntualmente. FIN DE LA NOTA.
La experiencia y su relación con el desempeño y la marca personal
En mi opinión, haber estado trabajando durante muchos años en un puesto o tipo de puesto dado no necesariamente aporta experiencia. Tampoco lo hace el haber transitado por varios puestos, sean de perfil similar o diferente.
Considero que se adquiere experiencia si durante ese periodo de tiempo, sin importar cuánto sea, se han hecho o logrado algunas o todas estas cosas como parte del desempeño, entre otras posibles:
- Haber aprendido, a nivel de experto o de especialista calificado, entre otros elementos: cómo funciona el puesto en cuestión, lo que recibe de otros puestos y lo que les aporta, el impacto esperado de su desempeño y resultados, los requerimientos para alcanzar lo que se espera, las vías de acceso a los recursos que se requieren, las mejores maneras de utilizar y aplicar los recursos al desempeño, y los caminos y mecanismos de innovación y creatividad para su mejora continua.
- Haber aportado resultados relevantes en cualesquiera de los términos pertinentes al desempeño del o los puestos desempeñados.
- Haber cometido errores y aprendido de ellos, y participado consciente y activamente en las mejoras requeridas luego de los mismos.
- Haber aprendido y seguir aprendiendo constantemente de los mejores en el campo profesional, sea por vías formales o informales.
- Haber cuestionado y seguir cuestionando permanentemente su propio desempeño y resultados, y mantener una actitud de permanente insatisfacción con estos.
- Haber enseñado a otros acerca del buen desempeño del o los puestos en cuestión y otros relacionados.
- Haber asesorado, formalmente o no, a subordinados, colegas o superiores para un desempeño efectivo, y haber recibido asesoría en igual sentido, aplicando, contrastando y validando los aportes del asesor o asesores.
- Haber documentado y/o formulado verbalmente (según sea el perfil del puesto y el contexto), propuestas, procedimientos, mejoras, proyectos, planes de acción.
Todo ello contribuye al desarrollo, la consolidación y proyección de la marca personal de un trabajador a partir de su experiencia, sea cual sea su nivel y ámbito de labor.
Entonces, ¿qué hay del factor tiempo?

Como fácilmente puede interpretarse, no es imprescindible tener largo tiempo laborando para cumplir la mayoría de estas condiciones. Conozco personalmente a empleados de enorme y diversa experiencia en una carrera profesional inferior a 5 años, porque pasan cada año de ese periodo buscando disímiles maneras de hacer cada día mejor lo que les toca, aprendiendo de lo que no les toca, aplicando constantemente lo aprendido, cuestionando constructivamente las reglas establecidas, proponiendo nuevas formas de hacer y caminos para crecer, experimentando y creando maneras nuevas de hacer lo que hacen, y aportando para que otros crezcan.
Y conozco también a otros que en 20 y hasta más años de carrera no han logrado ninguna experiencia, porque se han limitado a cumplir lo que otros mandan y las reglas existentes, dedicándose solamente a repetir y repetirse, año tras año, mandato tras mandato, jefe tras jefe, cuidando posiciones y protegiendo intereses, aferrándose a lo tradicional y resistiéndose a lo nuevo o diferente.
La dimensión temporal es importante, pero no decisiva en este tema. Obviamente, quien haya laborado más tiempo habrá tenido muchas más oportunidades de adquirir experiencia; pero lograrlo o no depende de otros factores, entre ellos y esencialmente, su actitud personal.
¿Veteranos o experimentados?

Para mí, un trabajador que tenga mucho tiempo en su cargo o en varios, y no cumpla algunas o todas estas condiciones, puede ser considerado un veterano; pero difícilmente será un empleado realmente experimentado.
La verdadera experiencia supone, entre otros elementos, conocimiento, habilidad, aporte, contribución, creación, transformación y crecimiento propio, y de otros gracias al propio. Y si se la aplica y gestiona adecuadamente, conduce de modo claro hacia la excelencia profesional, y a una marca personal notoria, relevante, altamente impactante, realmente sustentable y sostenible.
¿Queremos ser considerados como empleados de gran experiencia y tratados como tales? De nosotros depende. He aquí, entre otras muchas posibles, algunas conductas sugeridas:
- Rompamos el paradigma de lo establecido.
- No seamos conformistas; retemos a la vida.
- No temamos al cambio, al contrario: promovámoslo con propuestas y acciones concretas.
- Compartamos sin límites lo que sabemos.
- Aprendamos de otros lo que no sabemos, o que ellos saben mejor que nosotros.
- Apliquemos lo que aprendemos, y aprendamos más al aplicarlo.
- Asumamos los riesgos necesarios.
- Adoptemos posiciones profesionales propias, igualmente firmes y flexibles, y defendámoslas con verbo y con hechos; pero estemos dispuestos a cambiarlas sin demora cuando se nos convenza claramente de que existe otra mejor o más pertinente.
Amigo lector:
¿Qué otras opciones se te ocurren para contribuir al desarrollo de una experiencia realmente positiva y pertinente en el desempeño, y a partir de ella, a la consolidación de una marca personal de alto impacto, que pueda posicionar y hacer competitivo a su portador de forma sostenible, perdurable y relevante?
¡Me encantaría conocerlas y debatirlas juntos!
A modo de resumen general, y partiendo de las definiciones analizadas, puede plantearse que la marca personal profesional de un trabajador (empleado o independiente), sea cual sea su sector, nivel, tipo de puesto y modalidad contractual, es función directa de la experiencia pertinente y relevante adquirida por el mismo en el desempeño de uno o más puestos y actividades; siendo dicha experiencia relativamente independiente del tiempo transcurrido en el desempeño, y en alto grado dependiente de la calidad, pertinencia e impacto de este.
Entonces, el desempeño de determinada calidad y nivel aporta cierta experiencia, y entre ambos, junto a otros factores de momento y contexto, generan una marca personal profesional, y definen su visibilidad, notoriedad, relevancia, impacto y perdurabilidad.
No recuerdo en qué obra o contexto conocí, hace ya bastante tiempo, una expresión que frecuentemente cito en clases, consultorías, asesorías de branding personal y otros espacios de intervención profesional: no es lo mismo tener 30 años de experiencia, que un año de experiencia repetido 30 veces. O tal vez sea simplemente fruto de la sabiduría popular… Mis estudiantes, colegas y clientes que lean estas líneas, seguramente la recordarán; la utilizo frecuentemente, porque se relaciona mucho con mis áreas de trabajo y refleja de un modo muy preciso mi enfoque personal de la experiencia, que he compartido brevemente contigo en este post; especialmente, en su concepción como fruto del desempeño y como insumo, junto al mismo, de la marca personal.
Obviamente la expresión no es de mi autoría, y espero que su creador, si existe y alguna vez encuentra estas líneas en la web o donde sea, me excuse por usarla y no darle el merecido crédito, pues lamentablemente no tengo claro su origen. ¡Que sirva este texto para rendirle merecido homenaje, por la enorme sabiduría implícita en la frase!