¡No me contrates! Capítulo 3

50 razones por las que un profesional de estos tiempos podría -¡y debería!- negarse a trabajar para un empleador o cliente

Vladimir Estrada
Personas que Marcan

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Amigo lector:

Recibe mi más cordial y cálido saludo en esta, tu nueva o primera visita a mi Newsletter Profesor Vladimir Estrada, PhD, cuya “base de operaciones” es mi hogar digital Personas que marcan. Gracias por estar aquí.

Como es habitual desde 2020, mi primer mensaje de hoy es de solidaridad con quienes han sufrido de cualquier modo los efectos de la terrible pandemia que nos ha golpeado a todos en el mundo; especialmente, con aquellas personas que han perdido a algún ser querido. Como cada día desde que esto inició, y como lo haré hasta que termine (y ahora en calidad de sobreviviente), elevo una oración por ellos, porque puedan recuperarse y seguir adelante.

Dicho esto desde el alma, entremos al tema que nos ocupa hoy.

Esta es la tercera entrega de mi nueva serie temática ¡NO ME CONTRATES!, cuyo centro neurálgico es una lista de 50 motivos que un profesional puede tener para no desear ser contratado por una organización…y esta, por su parte, para no querer contratarlo, si no desea cambiar lo que tales motivos expresan sobre ella, su ADN y su modus vivendi organizacional. Todo lo cual, of course, ha sido y es generado desde su alta dirección, el espacio desde el cual se gestiona, modula y desarrolla la cultura de las organizaciones.

Algunas opiniones muy interesantes emitidas por colegas que han leído las dos entregas anteriores, me hacen pensar que la mayoría de los hasta ahora lectores de la serie están enfocando su visión del tema únicamente en la relación entre profesionales y organizaciones, una especie de P2B. Y por cierto, tienen mucha razón en un sentido de frecuencia: ese es el ámbito donde más frecuentemente se manifiestan las situaciones que estamos y seguiremos analizando en esta serie, y casi seguramente, donde más afectan en el orden cualitativo. Entre los miembros de nuestra tribu hispanohablante de la marca personal -Todos pertenecemos a una tribu (o varias) que nos definen-, creo que Guillem, Andrés y Pablo son los que han analizado más y con mayor profundidad y frecuencia este tipo de casos (aunque no los únicos, claro).

Pero no quiero dejar pasar este momento, previo a la publicación paulatina de los 50 motivos (que inicia en la siguiente entrega, la número 4), para precisar un “pequeño detalle”: este tema -o conjunto de temas- también puede afectar (y de hecho afecta bastante) a las relaciones de negocios en el nivel P2P, o sea, entre profesionales que ofrecen y reciben entre ellos los servicios homónimos.

Veamos:

¿No te suenan de nada frases como “este se cree Dios”, “cómo cree Fulano que le voy a hacer un trabajo como este por esos honorarios de miseria”, “Dios mío, pero este tipo sí es tóxico negociando”, “no sé en qué pensaba Juanito cuando me recomendó a esta señora como cliente”, “pero para qué me contrata si no me deja pensar ni decirle mis ideas”, “vaya que incumple este con lo pactado”, “no hay forma de saber lo que realmente quiere”, “qué complicado me lo pone todo, pudiendo hacerlo sencillo”, “si su primo lo hace mejor, ¿por qué no lo contrata a él?”, “lo que dice en su web/blog no tiene nada que ver con lo que es en realidad”, “al parecer cree que su tiempo vale más que el mío”…y un larguíííííísimo etc.?

Pues no estás solo en tu sufrir, estimado colega. También entre nosotros, en nuestra inmensa industria de los servicios profesionales de apoyo a la gestión y desarrollo de capital humano, tecnológico, organizativo y social (te la he descrito con cierto detalle en el capítulo 2), hay personajes que tiñen de negro con su toxicidad y otros rollos las relaciones de negocios, y tornan muy difícil que podamos vivir en paz de lo que hacemos y aportamos, a partir de la mala calidad que manifiestan en algunos y hasta en muchos aspectos de su práctica; sobre todo en la esfera relacional, pero no solo en ella. Porque lamentablemente, el sentido explícito/implícito de la exquisita formulación que hace Guillem en Twitter (Versión de limpiabotas SXXI, trabajo para que TU marca brille) todavía es mucho más excepción que regla. Aunque gracias a Dios, vamos mejorando. Poco a poco, eso sí. Pero avanzamos.

Entonces, te propongo que a partir de este momento (y también en retrospectiva, claro), analices mis propuestas de esta serie en esa doble dimensión: relaciones de negocios P2B y P2P. Porque mucho de lo que te estoy y estaré presentando, afecta a ambos entornos, y los golpea en y desde lo humano: en y desde lo bueno y lo menos bueno de esa condición tan inevitablemente nuestra. Definitivamente, necesitamos mucho más de lo que el buen amigo, excelente colega y gran profesional Fran Segarra nos propone y modela con su enfoque humanizador. Y/o más intervención/propuesta/valoración multipropósito del tipo y calidad de las que desarrolla la excelente persona y especialista Elena Arnaiz, identificando, ponderando y destacando el brillo donde realmente lo hay, e impulsando la acción del talento. Y/o tal vez (también) más modelos donde lo humano y lo profesional se integran en una única, desarrolladora y valiosa dimensión, como sucede con nuestra gran Ylse Roa.

Y por cierto…¡llegó el día! Hoy le haré la propuesta concreta, jejeje…¡Esperemos que me vaya muy bien con nuestro distinguido cliente potencial!

Vamos juntos tú y yo a esta batalla, amigo lector. Gracias por ser, por estar, por acompañarme hoy y siempre.

NOTA: Aquí arriba, donde está el signo de interrogación, va mi logo (o al menos, así se estila, jejeje)

Fecha: La nueva época emergente.

Lugar: Mundo VUCA.

A: Distinguido cliente potencial.

De: Profesional interesado en proponer sus servicios (obviamente) homónimos.

Referencia: Propuesta.

Distinguido cliente potencial:

Te saludo cordialmente, esperando te encuentres excelente en todo sentido, en unión de tu familia y demás allegados o relacionados. Además…(bla, bla, bla, etc., etc., ¿verdad?)

NOTA: A esa parte entre paréntesis se le suele llamar preámbulo. Luego de él, se escribe: “y sin más preámbulo…” y se pasa al tema. Esa es la “tradición burocrática”, claro. Las cosas cambian. FIN DE LA NOTA.

Entonces, sin más preámbulo (jejeje), paso a presentarte y desarrollar para ti el contenido de mi propuesta de hoy.

Quiero PROPONERTE que me contrates. Sí, has leído bien, distinguido cliente potencial: no escribí PEDIRTE, escribí PROPONERTE.

Porque yo tengo cosas que ofrecerte y sé que tú las necesitas; y tú tienes cosas que ofrecerme, y tengo la certeza de que las necesito. Y en ambos casos, se trata de VALOR.

¿Qué es valor? Bueno. Básicamente, es un sustantivo, cuya forma adjetiva se formula como valioso. Te dice algo eso, ¿verdad, distinguido cliente potencial?

Creo conveniente precisar esto contigo con cierto detalle, pues he podido apreciar cierto discurso vacío sobre el tema en algunos proponentes, que hablan de “aportar valor” como un cliché, pero sin llegar al fondo del asunto, sin dejar claro de qué están hablando. Y no quiero que entre tú y yo quede ningún vacío, ni que haya algo carente de claridad o significado que nos pueda lastrar este proceso.

Te comento que el Diccionario de la RAE (visto en 12/10/2021) nos propone varias acepciones de valor, aplicables a lo nuestro. Mira:

  • Grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite (acepción # 1).
  • Alcance de la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase (acepción # 3).
  • Fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos (acepción # 5).
  • Cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables (acepción # 10).

Bastante claro todo, y muy pertinente a lo que nos ocupa, ¿verdad que sí?

Pues entonces, nos toca “aterrizar” este valor a nuestra praxis. A los efectos de su análisis como variable clave y sustento esencial de una marca personal, yo considero que es lo siguiente:

“El valor es la dimensión contributiva que configura, describe y define favorablemente a una marca personal, o sea, el conjunto de aportaciones y/o soluciones que nacen en ella o derivan de ella: modelos de actuación, imagen referencial, contactos, influencias, relaciones, bienes, servicios, ideas, contenidos, sensaciones, emociones, aprendizajes, retos, oportunidades, colaboraciones, desarrollos varios, y/o cualquier combinación de dos o más de estos y/u otros elementos, los cuales la convierten en valiosa para quienes reciben y valoran su impacto, a partir de las formas y magnitudes en que tales aportes y soluciones contribuyen a mejorar sus vidas. Dichos beneficiarios posicionan positivamente en sus mentes a esa marca personal a partir del valor que ella les aporta y que constituye, para ellos, el sentido existencial y la esencia misma de la marca en cuestión; el recurso o mecanismo que la hace memorable para sus públicos a partir del beneficio recibido. Si lo que ocurre es la no aportación (ausencia) del valor requerido y potencialmente esperado de ella, todo lo anterior funciona e impacta en sentido negativo y obviamente desfavorable para la marca personal de referencia.

O sea: de modo más sintético y directo, hay valor en todo cuanto aportamos a nuestros públicos desde lo que somos, hacemos y logramos, que constituye o representa para ellos una oportunidad para mejorar algún aspecto de sus vidas, o un recurso de cualquier índole con el cual hacerlo, o ambas cosas a la vez. Y ello se manifiesta en negativo, cuando dejamos de efectuar tales contribuciones” (Estrada, 2019).

Y si se trata del valor que una organización puede ofrecer a sus asociados o partners individuales de negocios (sí, esos a los que se ha referido tantas veces Andrés, y que algunos llaman empleados, otros, trabajadores, otros, clientes internos -a veces de modo muy eufemístico, jejeje-, otros, colaboradores -Ídem-, y un largo etc.), te lo puedo presentar del siguiente modo:

El valor que una organización aporta al equipo humano que la integra, es la dimensión contributiva que refleja las diferentes formas en que esa organización entrega beneficios de diversa índole a quienes la integran; y gracias a ellos, se convierte en un espacio laboral integralmente atractivo, motivador, desarrollador, integrador, satisfactor y fidelizador para las personas que trabajan y aportan valor en él, para él, y/o a través de él. O lo que es lo mismo (o muy parecido), mientras más y mejor employer branding “interno” ella efectúa, en el sentido más amplio y aún ampliable que pueda darse a este concepto.

Ello significa ofrecer a LAS PERSONAS QUE SON esa organización, entre otras muchas cosas, de forma estable y preferiblemente creciente, lo siguiente:

- Liderazgo genuino, legítimo y desarrollador, preferiblemente multiplicado y distribuido, y enfocado a las 3 P, en este orden: Personas, Procesos, Productos (estos últimos, entendidos como resultados: valor para el cliente, el mercado y la sociedad). Un liderazgo que haga sentir y pensar a los liderados: Con nosotros, todo; sin nosotros, nada (y obrar en consecuencia).

- Remuneraciones y otras compensaciones que sean justas, equitativas, dinámicas y competitivas, compatibles con el valor aportado y con la evolución de la competitividad y del posicionamiento organizacional.

- Condiciones laborales idóneas (o al menos aceptables, pero nunca afectadas de modo que incidan negativamente sobre el desempeño).

- Ambiente laboral sano y seguro.

- Cumplimiento estricto y jamás disminuido -o “flexibilizado” a la baja-, de las regulaciones laborales de cualquier índole que estén vigentes en el contexto.

- Integración a un equipo humano donde se siembra, cultiva y cosecha calidad relacional y desarrollo integral.

- Oportunidades reales, justas, equitativas, factibles y viables para un crecimiento humano y profesional sostenible.

- Motivos personales para entrar, estar y quedarse.

- Motivos personales y espacios idóneos para participar.

- Motivos personales y espacios idóneos para implicarse.

- Motivos personales y espacios idóneos para colaborar.

- Motivos personales y espacios idóneos para aportar.

-Motivos personales para difundir lo bueno que allí ocurre.

- Clima propicio a la innovación y promotor/estimulador de ella.

- Tolerancia razonable al error y al fracaso, e impulso a su utilización como fuentes y recursos de aprendizaje y crecimiento individual y colectivo.

- Equilibrio razonable, situacional y dinámico entre el yo y el nosotros.

- Verdadera satisfacción laboral.

- Verdadera calidad de vida organizacional.

- Verdadera felicidad en el trabajo.

- Gestión del desempeño que sea integral y desarrolladora.

- Verdadera, alcanzable y sostenible realización profesional.

A través de estas y otras aportaciones internas de valor a las personas que son su esencia, la organización se convierte en una marca empleadora más atractiva y de mayor/mejor impacto:

1- Mientras mayores y mejores sean tales contribuciones.

2- Mientras más y mejor las personas que son la organización reciban, asuman, disfruten y validen dichas contribuciones,

3- Mientras más y mejor esas contribuciones se reviertan en mejores resultados laborales y mayor aporte de valor organizacional de utilidad social.

4- Mientras más y mejor esas personas le hablen de todo eso al mundo y otros barrios adyacentes, y

5- Mientras más y mejor el entorno valore y posicione a la organización en los sentidos arriba mencionados, a partir de (y con base en) los 4 elementos anteriores -y posiblemente otros-.

NOTA AL MARGEN. Por cierto: no dejes de leer luego el excelente material sobre employer branding que te he enlazado arriba, de la autoría del Maestro y experto Ximo Salas. FIN DE LA NOTA.

¿Te funcionan las dos definiciones de valor que te he propuesto? Así lo espero, porque ambas son parte de las bases esenciales de mi propuesta de hoy para ti. La primera la presenté por primera vez en un trabajo publicado hace un par de años en la prestigiosa revista digital PuroMarketing sobre este tema, titulado Marca personal y propuesta de valor: ¿te ayudo, o me gano la vida ayudándote?. Si no lo has leído aún, te sugiero darle un vistazo luego; tal vez te ayude a comprender e integrar algunas ideas de las que ahora leerás.

Y la segunda, es totalmente nueva e inédita, redactada expresamente para preparar esta Propuesta para ti. Eres la primera persona que la lee. ¡Así que ya sabes!

Para continuar, una vez sentadas estas bases, dejemos algo claro: posiblemente yo NO SEA el único que puede ofrecerte lo que tú necesitas, NI TÚ el único que puede hacer lo propio conmigo. Por otra parte, tal vez mi propuesta de valor como oferente de lo que hago, o la tuya como su posible adquiriente y usuario, sean lo bastante diferentes de la media e innovadoras en valor como para ser consideradas únicas; puede que inclusive tú, o yo, o ambos, hayamos sido capaces de crear y capturar genuinos océanos azules en nuestros respectivos negocios. Pero obviamente, también puede ocurrir lo opuesto, y aún no lo sabemos: hay que investigar, analizar, evaluar, conversar y conocerse. Y de seguro surgen algunas cuestiones importantes que debemos consensuar, si hemos de definir un vínculo profesional a través del cual podamos, mutuamente, aportarnos valor.

Veámoslo en modo ejemplo, relacionado con las definiciones anteriores.

  • Si yo trabajo contigo y para ti, puedo aportarte valor a través de mis servicios profesionales, de sus resultados, del impacto que ellos generen sobre tus públicos (internos y externos) y la fidelidad que se manifieste en ellos hacia ti y tu marca, de la mejora de tu situación financiera y de tu posicionamiento social y de mercado, de las transformaciones culturales, tecnológicas o prácticas de carácter positivo que puedan generarse en tu negocio a partir de todo ello, de la multiplicación del prestigio y la reputación de tu marca, etc., etc.
  • Y de darse dicho caso, tú puedes aportarme valor en el mismo proceso, a través de mi integración a un verdadero equipo de trabajo, de la creación de condiciones laborales que me hagan sentir útil, valorado y feliz, del respeto que manifiestes a mis ideas, propuestas y contribuciones, del nivel de prioridad que mi trabajo tenga en tus decisiones y acciones, de la calidad de las compensaciones que me ofrezcas, del seguimiento que des a mi proyecto, de la forma en que propicies que mi marca personal sea visible, reconocible y valorable en el contexto de la marca corporativa -si es el caso-, del modo en que me hagas sentir que más que trabajar allí, yo pertenezco a ese gran equipo humano (no a la empresa, sino al equipo; y como veremos más adelante, no es lo mismo), etc., etc.

Y todo ello puede ser, para ambas partes, altamente positivo. ¿Verdad que sí?

Ahora bien: aquí viene la sorpresa de toda esta historia. Te estoy proponiendo que me contrates, y “normalmente”, esa propuesta incluiría una o más razones por las que tú deberías hacerlo. ¿No lo crees?

Escojo, sin embargo, efectuar mi propuesta para ti EN SENTIDO NEGATIVO. No te daré los motivos que considero puedes tener para contratarme, ni te diré lo bueno que espero de ti o lo positivo que puedes esperar de mí; eso lo hace todo el mundo, y seguramente estás cansado de leer o escuchar propuestas semejantes.

Te expondré, en cambio, CINCUENTA de los diversos motivos por los cuales tú, dependiendo de tus valores personales y tus paradigmas profesionales, NO deberías contratarme (tal vez olvide algunos, o hasta muchos; pero el sentido de los que sí te informo te puede dar una idea sobre los que haya olvidado). Porque esas son posiciones y asunciones que hasta hoy califican como NO NEGOCIABLES para ; y si nos ponemos bien de acuerdo en todas o casi todas ellas, será difícil hallar algo en lo que no podamos hacerlo.

Aclaración necesaria: la coincidencia numérica con el título de la fundacional y enorme obra de Tom Peters, es pura coincidencia. O al menos, a mí me lo parece; no pensaba en una cifra puntual mientras escribía la lista, pero tal vez algo muyyyyyyy de arriba me inspiró a cerrarla precisamente en esa cifra…¿Será?

Si después de leerlos, analizarlos y contrastarlos con tu realidad pasada, con la actual y con la que esperas materializar en el futuro, te parece que puedes lidiar con mis esencias y aprovechar los impactos que ellas pueden generar para ti y tu negocio (valor mediante, of course), pues entonces, trabajaremos juntos; y posiblemente durante mucho tiempo, independientemente de cuál sea la modalidad contractual que determinemos.

No obstante, debo plantearte algo que NOS puede ayudar mucho. Si tú consideras que mi propuesta única de valor (la que sea) es lo suficientemente interesante, y que la contribución que ella supone puede ser significativamente importante para ti y tu negocio, y además piensas que puedes trabajar para cambiar tu estatus en una o más de las situaciones por las cuales yo te propongo no contratarme, podemos arreglarnos y hacer algo juntos al respecto.

Ya sea porque yo pueda ayudarte en eso aplicando mis propias competencias consultivas o mi sentido común a la facilitación del proceso de cambio que tú requieres, o porque pueda sugerirte para ello la ayuda de alguien entre mis contactos que sea un verdadero experto en el área, o porque tú eres lo bastante competente para hacerlo por tu cuenta y solo necesitas el impulso que mi presencia profesional y mis requerimientos de carácter contractual te pueden aportar, o por cualquier otra condición, lo importante es que identifiquemos juntos la oportunidad, y que hagamos lo preciso para no frustrar una posible relación profesional con alto potencial de aporte de valor.

Porque además, yo mismo estoy muyyyyyy lejos de ser o parecer perfecto, y tampoco lo deseo, dicho sea de paso; me encanta mi sumamente imperfecta humanidad, y siempre me motiva a mejorar para crecer, en especial, los errores que como expresión de mi ser y manifestación de mi accionar cometo a diario. Y si tú quieres trabajar conmigo y que yo lo haga contigo, e identificas en mí algunas o hasta muchas oportunidades de mejora individual que por mi parte podrían hacerlo posible, yo te agradecería profundamente que me lo propusieras, y estaría muy dispuesto a trabajar junto a ti con tales objetivos. De ese modo construiríamos juntos un espacio común de mejora compartida y continua que beneficiaría a ambas partes, y desde nuestro accionar conjunto, también al entorno que nos rodea y rodeará cuando trabajemos juntos.

Algo así no es precisamente frecuente, pero no por ello nuevo y menos aún imposible; por citarte un único ejemplo que para mí es referencia, ya a inicios de los años 90 del siglo pasado el gran Tom Peters describió diversos casos parecidos de verdaderas alianzas con provisión mutua de servicios y aportaciones cruzadas de valor entre cliente y proveedor, en su fantástico y absolutamente evergreen libro Nuevas Organizaciones en Tiempos de Caos. Así que no te asustes. Se ha hecho. Se puede. Podemos.

Con todo esto pretendo, entre otras muchas cosas, ayudarnos mutuamente a comprender que la relación profesional entre dos partners de negocios es un mundo sumamente complejo, y que su gestión efectiva no tiene nada de sencillo para ninguna de las partes. Se trata de personas conviviendo e interactuando en grupos, en comunidad, en sociedad, todo ello atravesado por una tremendamente abarcadora, cambiante e influyente dimensión transversal que conocemos básicamente como mercado (que dicho sea de paso, hoy no se parece nada a lo que fue ayer, y cada día se parecerá menos al día anterior). Entonces, hay que prepararse sistemáticamente, tanto en lo profesional como -y sobre todo- en lo humano, para ser exitoso en un contexto así de dinámico e irreversiblemente cambiante; si tienes alguna duda, puedes preguntarle a Joan Clotet, amigo y colega especializado en humanismo digital, quien tiene mucho y muy bueno que decir a este respecto. ¡Espero que tú y yo lo consigamos!

NOTA AL MARGEN: ¡Muy importante! Cuando estés leyendo estos 50 motivos, así como los bonos que te he mencionado, te sugiero hacerlo como si lo que hubieras recibido fuera una carta pública firmada por millones de profesionales. Porque lo que en ella te propongo es fruto del estudio y la investigación que tengo años realizando acerca de cómo se vive la relación entre las organizaciones o los particulares demandantes de servicios profesionales de toda índole, y quienes los prestan (o mejor dicho, los prestamos). Es decir, no vas a leer un enfoque unipersonal de este tema, sino uno construido con el concurso casi siempre involuntario, y en muchos casos anónimo, de muuuuucha gente (aunque obviamente, buena parte de lo propuesto sea un reflejo mío o de mis propias posiciones -construidas desde mis vivencias- sobre los diferentes temas aquí abordados; algunos de forma breve y directa, y otros con mucha mayor amplitud, dependiendo de diferentes factores). Humilde y honestamente, me siento un poco hoy el intérprete y el mensajero de muchísimas personas del mundo laboral/profesional. Esa es la intención de mi propuesta “en negativo”, y la verdadera clave para tú entenderla, comprenderla, asimilarla, y (¡Dios quiera!) actuar en consecuencia. FIN DE LA NOTA.

Y para ir cerrando esta zona introductoria de mi propuesta, te adelanto que en el extraño y aún infrecuente caso de que tú decidas contratarme con todo lo que ello implica, serás bienvenido a un club todavía pequeño, selecto y muy exclusivo: el de los verdaderos líderes creadores de futuro.

En la siguiente entrega (la 4ta), comenzaré a compartir contigo mi declaración propositiva “en negativo”. Sigue leyéndome y me comprenderás.

Amigo lector:

¿Qué tal te va pareciendo esta historia?

Espero que hayas ido asimilando el contexto que estoy construyendo para que este cliente potencial, sea corporativo o individual (y que puede ser mío, tuyo, o de cualquiera de los profesionales que creemos en la libertad, para decirlo con la colega Susana Corral) esté preparado para recibir y asimilar los 50 motivos que desde la próxima entrega voy a presentarle para que NO ME (TE, NOS) CONTRATE.

Te anuncio aquí debajo los 5 primeros, que vienen en el capítulo 4 de la serie.

NO ME CONTRATES:

  1. Si buscas a alguien que no quiera asumir la gestión de su marca personal como una real filosofía y una forma práctica de vida.
  2. Si quieres contratar talento premium a precio medio, o talento medio a precio basura (o peor aún, talento premium a precio basura).
  3. Si vives pensando que tu empresa es única y exclusivamente “tuya”, y estás absoluta y definitivamente convencido de eso.
  4. Si estás convencido de que en tu organigrama hay un área funcional que “se ocupa y asume como prioridad estratégica a los empleados que constituyen el principal activo de la empresa” y consideras que dicha área tiene muy bien puesta la denominación “correcta” de Departamento de “Recursos Humanos”.
  5. Si vives pensando que el mundo gira a tu alrededor.

¿Viene dura “la vaina”, eh? ¡Veremos cómo se la ofrezco y cómo la asimila, jejeje!

Así que nos vemos por aquí la semana entrante, amigo lector. ¡La comida está preparada, y la mesa, a punto de ser servida!

Recibe, como siempre, el más cordial y cálido abrazo de tu siempre amigo,

Vladimir

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Cubano. Padre. Académico. PhD. Mentor profesional internacional, RGM. Consultor. Comunicador. Miembro fundador de Personal Branding LATAM. Blogger académico.