Para un verdadero líder político, el fin no disculpa los medios

Analizando la marca personal del líder político, y su gestión

Vladimir Estrada
Personas que Marcan
8 min readApr 24, 2016

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A propósito de la marca personal y el liderazgo

FUENTE: https://bit.ly/2X7izEY

​Jamás olvidaré la célebre anécdota martiana estudiada en primaria, cuando el bandido autodenominado “rey de los campos de Cuba” Manuel García, fue a ofrecer dinero a José Martí para la causa revolucionaria: fondos notoriamente obtenidos a costa del robo y el pillaje. Y el Apóstol de la independencia de mi Patria, cuya causa estaba tremendamente urgida de fondos para sostenerse y mantener su beligerancia, se negó en redondo a financiar la guerra necesaria con dinero mal habido.

Y hay otros muchos ejemplos en la historia que confirman la validez de esta conducta. Porque en el ejercicio del liderazgo genuino y legítimo, el fin no puede ni podrá jamás disculpar los medios.

Los líderes (especialmente los políticos), tienen que asumir un hecho innegable: su liderazgo, si es genuino, legítimo y limpio, conquistado y no comprado, se basa únicamente en la influencia de índole personal que ejercen sobre sus liderados. Personal, no coyuntural, no de conveniencia, no de favores ni de sobornos, no de negocios o maniobras turbias, ni de pactos o alianzas de momento y circunstancia. Personal, de persona: los liderados sinceros y genuinos siguen y se comprometen y defienden y luchan por la persona que es usted y lo que representa su acceso al poder en términos de cambio situacional, servicio social y desarrollo integral de la comunidad y sus miembros, no solo ni necesariamente por las ventajas personales que su posicionamiento les aporte, aunque obviamente en algunos casos se lo aporte. Y si ello es con arreglo a la norma establecida, y no viola nada, que para bien sea.

Los otros “liderados”, esos que van por aquello (“dame lo mío”, dicen por acá), son solamente soldados del momento y de la conveniencia, que por demás, cambiarán de bando y rumbo cuando el contexto cambie: hoy siguen al “líder” Juan, y mañana, si Pedro paga o “resuelve” más, siguen a Pedro y lo erigen en “líder”. Sobran ejemplos cercanos y distantes, tanto en tiempo como en espacio, para demostrarlo.

La marca del líder

La persona que es usted, líder político, líder de masas, solo puede ser conocida y reconocida a través de su origen, su historia, sus hechos y sus logros, y la forma en que todo ello se integra y se proyecta a su entorno y al mundo en y desde su figura. Obviamente, estamos hablando de su marca personal. Y en su caso, líder político, líder de masas, esta marca personal tiene que ser contentiva, portadora, medio de comunicación pública, y por qué no, plataforma de venta al electorado, de unos principios, unos valores, un ejemplo, unos conceptos y modelos de vida y conducta compatibles con el mensaje que usted vende a la sociedad que pretende liderar. De otro modo, caerá indefectiblemente en la incoherencia, la demagogia, la mentira, el fraude. O sea: más de lo mismo. Y su marca personal quedará “marcada” como uno más, o más de lo mismo.

FUENTE: https://bit.ly/2EFi2Tz

Por ejemplo:

  • No puede usted vender un mensaje de cambio, si sus prácticas para captar adeptos y arribar al poder, votos mediante, son las mismas (cuestionables y cuestionadas) que han sido histórica y/o recientemente aplicadas por aquellos a quienes usted pretende sustituir.
  • No puede usted vender una promesa transformadora si sus acciones denotan la permanencia, el anquilosamiento y hasta la defensa de las viejas praxis.
  • No puede usted pretender que lo sigan muchos, si sus actos demuestran que su proyecto está enfocado en mantener el statu quo a favor de los mismos pocos de siempre.
  • No puede usted ofrecer modelos de empoderamiento social masivo e incluyente, si en su proyecto político personal se aprecia claramente un creciente empoderamiento excluyente y selectivo.

Estas rupturas (y otras muchas posibles) afectan directamente a su marca personal como líder político y de masas. Y esto incluye a los líderes a cualquier nivel: desde los presidentes de naciones hasta los alcaldes de pequeños pueblos, desde los directivos partidarios hasta los dirigentes comunitarios.

El marketing político no vende ideas, modelos, ni proyectos: vende personas, o sea, se convierte de facto en marketing personal. La gente no compra una idea: compra a la persona que la propone y sustenta. No compra una propuesta de cambio, sino a la persona que ha de ser el agente de ese cambio. Las ideas, los modelos, los proyectos, son intangibles, o en todo caso, se hacen tangibles (legibles) en papel o pantalla, estando entonces requeridos de materialización práctica; pero las personas que los proponen y promueven son muy reales y tangibles, y pueden ser responsabilizadas por un resultado, sea este favorable o desfavorable.

Los líderes son personas. La gente compra personas.

FUENTE: https://bit.ly/30ShfrB

Y no se puede vender con efectividad a una persona cuya marca personal (su origen, su historia, sus hechos, su praxis, sus logros) es conceptual y contextualmente débil en términos de liderazgo, por ser incompatible con el mensaje que promueve. Recordemos que la efectividad integra la eficacia (logro de los objetivos) con la eficiencia (uso adecuado de los recursos para el logro de los objetivos). La efectividad del marketing político (que como ya hemos dicho, se torna personal) no se mide solamente en función del proceso (en el que se utilizan y aplican los recursos), sino (y sobre todo) del resultado y su sostenibilidad en el tiempo.

Parece contradictorio y hasta paradójico, pero no lo es. Porque la influencia y capacidad movilizativa de un líder político cuya marca personal sea inconsistente con su mensaje, no será nunca sostenible en el tiempo, aunque gane unas elecciones; la gente no creerá en él. La influencia y capacidad movilizativa de un líder político cuya praxis asuma cualquier medio en aras del fin, tampoco; porque ello impactará directa, fuerte y negativamente sobre su credibilidad, y desde ella, sobre su marca personal. En ambos casos, la debilidad de marca y los procesos mal llevados afectarán la sostenibilidad de los resultados en el tiempo.

Del arte de lo posible a la práctica y el logro de lo “imposible”

FUENTE: http://ito.mx/Lp6w

Para lograr verdadera efectividad en el marketing político, se requieren líderes políticos de otra marca, dispuestos al cambio real desde el proceso hasta el resultado. El ejercicio del liderazgo político debe ser movido desde la famosa definición de la política como “el arte de lo posible”, hacia una formulación diferente y diferenciadora: “el arte de hacer y lograr lo que hasta hoy ha parecido o se nos ha vendido como imposible”. Por ejemplo, mediante prácticas como las siguientes:

  • Ganar elecciones mediante campañas electorales limpias basadas en propuestas transformacionales y no en ataques personales;
  • Generar alianzas electorales basadas en verdaderos, factibles y funcionales programas de cambio y beneficio general colectivo, y no únicamente en el acceso a posiciones de gobierno como botín de guerra;
  • Generar apoyos basados en propuestas éticas y desarrolladoras de buen gobierno, sin dejarse comprar y/o corromper por los aportadores, rechazando todo intento en ese sentido y todo aporte condicionado y comprometedor de su futuro ejercicio, sea a nivel ético o práctico;
  • Prometer sólo lo posible, no vender sueños que serán inalcanzables en un periodo de gobierno, ni mentir a conciencia al electorado;
  • No traficar influencias ni usar el poder actual con intención reeleccionista y/o de posicionamiento electoral de favoritos;
  • Ganar las elecciones y priorizar el cumplimiento de lo prometido en campaña…

Y un largo etc.

Transformar los lamentables escenarios actuales aludidos en estas propuestas, solo será posible con líderes políticos cuya marca personal se base en el ejemplo, la coherencia y la legitimidad.

Recordemos a Einstein: La verdadera definición de locura consiste en seguir haciendo las mismas cosas y pretender resultados diferentes. Por ejemplo, ¿cómo puede alguien pretender erigirse en líder del cambio a nivel de resultados, desde la negación práctica del cambio a nivel de procesos? A no ser, claro, que el pretendido cambio sólo abarque la personificación del ejercicio del poder en Juan en lugar de Pedro. El tan conocido y practicado gatopardismo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: Que algo cambie para que todo siga igual. Pero… ¿cuál será entonces la diferencia para los liderados? ¿Y cómo marcará eso a los líderes y su marca personal?

La consecuencia lógica de muchas de las actuales y aludidas prácticas en este campo, es el descreimiento progresivo, creciente y aparentemente indetenible de las sociedades modernas acerca del liderazgo político y su ejercicio, y ello se aprecia en todas las latitudes y a todos los niveles. Basta leer la prensa, o ver la televisión, o mejor aún, conectarse a internet, al internet que aún es libre, para constatarlo (hay cierta prensa y cierta tele que… mejor no leerla o verla; quien esto escribe lo hace solo para aprender cómo no debe hacerse prensa y opinión en cualquier medio, y sobre cómo funciona cierta prensa como instrumento del sistema).

Pero ese contexto, aparentemente desfavorable, tiene también su ventaja en cuanto a la promoción del buen liderazgo: funciona para que los pocos líderes políticos que luchan limpiamente por el poder y luego lo ejercen de manera limpia, ejemplar, genuina y legítima, sean erigidos en paradigmas de lo correcto, en modelos de una marca personal de liderazgo genuino y efectivo, y en ejemplos visibles de que el cambio es posible. ¡Por algo el sistema de poder global los combate tanto!

FUENTE: http://ito.mx/Lp6A

Definitivamente, el ejercicio del liderazgo político tiene que ser enrumbado por nuevos derroteros.

El liderazgo político debe ser capaz de reconocer:

  1. Que el fin nunca disculpará los medios cuando estos chocan en su esencia contra el mensaje que se vende;
  2. Que la influencia verdadera y legítima sobre los liderados se construye y perdura solo a través de la marca personal de quienes lo ejercen; y…
  3. Que los líderes genuinos son portadores de una marca personal basada en lo correcto y moralmente aceptable y aceptado, en el ejemplo, la legitimidad y la coherencia.

Solo desde esa perspectiva pueden construir, consolidar y hacer perdurable su huella y su impronta de liderazgo; solo de ese modo pueden cosechar de un modo sostenible, y de hecho cosechan, seguimiento y seguidores, fidelización y fidelidad, confiabilidad y confianza, lealtad y leales, compromiso y comprometidos. También sobran ejemplos, cercanos y distantes en tiempo y espacio, que así lo demuestran.

FUENTE: http://ito.mx/Lp6B

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Cubano. Padre. Académico. PhD. Mentor profesional internacional, RGM. Consultor. Comunicador. Miembro fundador de Personal Branding LATAM. Blogger académico.